Por Alejandro Melamed
La situación era de por sí incómoda: liderar un proceso que implicaba la desvinculación laboral de un gran amigo, en la empresa en la que ambos trabajábamos. Desafiante, por supuesto, porque nos unía —nos une— una relación de mucho afecto. ¿Cómo hacer para que su salida no afectara nuestro vínculo? ¿Cómo lograr que nuestra amistad saliera ilesa de una situación tan delicada? No existe una sola respuesta.
Tal vez el éxito de ese proceso se basó en una serie de acuerdos cumplidos a rajatabla; es decir, debíamos comprometernos a diferenciar los planos y a no mezclar lo personal con lo estrictamente profesional. Más simple: si salíamos a almorzar hablábamos de nuestros temas en común pero jamás mencionábamos a la empresa. En cambio, cuando traspasábamos las puertas de la oficina, nos dedicábamos a discutir los puntos de su desvinculación, que no eran pocos. La tensión y la cordialidad hacían equilibrio en una cuerda floja, pero el afecto siempre estaba presente, moviendo sus hilos invisibles. El resultado fue óptimo, porque después de firmar todos los documentos y rubricar el acuerdo, nos fundimos en un gran abrazo. Hasta hoy me viene a la cabeza todo lo que atravesamos, la complejidad de esa situación tan movilizante, y sigo aprendiendo del papel central que puede jugar un vínculo de amistad en nuestras vidas laborales y profesionales.
Las redes sociales nos dan la posibilidad de ser “populares” y tener cientos de contactos. Pero, de todos ellos, sólo unos pocos son conexiones genuinas, amigos que acudirían sin dudar a nuestro llamado si estamos ante una situación crítica. En ese océano de perfiles, sólo algunos nos conocen en profundidad y pueden dar una sincera referencia que nos defina. En una reciente encuesta que involucró a miles de directivos de Recursos Humanos de distintos continentes se concluyó que, a nivel global, solo 3 de cada 10 colaboradores tienen amigos en el trabajo.
Se estima que, en promedio, invertimos trabajando entre 70.000 y 90.000 horas de nuestras vidas, lo que representa casi 9 años completos. Pero atención: estamos en el trabajo durante horas clave del día, días clave de la semana, semanas clave del año y años clave de nuestra existencia.
Por lo tanto, al pasar tanto tiempo trabajando, es allí en donde es más probable que desarrollemos amistades. De hecho, según diferentes estudios, hacer amigos en el trabajo es superado sólo por generarlos en la escuela secundaria o en la universidad. Muchas veces, al trabajar en la misma organización, compartimos valores, un idioma en común y tenemos intereses similares.
El pasar mucho tiempo juntos nos permite conocer a las personas de muchas maneras, leer sus estados de ánimo y descubrir patrones de interacción. La familiaridad también tiende a generar aceptación: cuanto más conocemos a alguien, más entendemos de dónde viene y podemos empatizar, apreciar y aceptar sus debilidades.
¿Qué es un amigo en el trabajo?
Son aquellas personas con las que tenemos un afecto personal mutuo, puro y desinteresado, que nace y se fortalece con el trato. La proximidad (ya sea real o virtual) y la frecuencia de las interacciones son dos de sus elementos constitutivos.
Por eso, hay colegas con los que nuestro vínculo y confianza personal excede largamente la relación de compañerismo habitual; se genera un apego y un aprecio que se sostiene en el tiempo y trasciende el contexto profesional.
Tener un amigo en el trabajo contribuye a una experiencia laboral de alto impacto y se ha vuelto mucho más evidente aún desde la irrupción de la reciente pandemia, ya que el apoyo social y emocional es más significativo que nunca para superar los tiempos difíciles.
Beneficios
La clave de un sistema de amigos eficaz es la frecuencia de las interacciones. Microsoft investigó el tema y descubrió que, cuando sus nuevos empleados se reunieron con su amigo más de 8 veces en los primeros 90 días de trabajo, en el 97% de los casos fueron productivos más rápidamente. Pero, cuando los nuevos empleados se reunieron con su amigo solo una vez durante esos primeros 90 días, esa cifra bajó al 56%.
Investigadores de la Universidad de Pensilvania y la Universidad de Minnesota destacan que las amistades cercanas aumentan la productividad laboral:
Los amigos se comprometen más, se comunican mejor y se incentivan unos a otros. Asimismo, el estudio global del Programa Internacional de Encuestas Sociales (ISSP) destaca que las relaciones interpersonales positivas tienen un alto y significativo impacto en los niveles de satisfacción y compromiso.
Algunas de las ventajas de forjar amistades cuando trabajamos son:
· Comunicación: habilitando canales más fluidos y permanentes, más confiables y cercanos.
· Colaboración: al percibirnos más cómodos compartiendo opiniones, ofreciendo nuestra experiencia y trabajando juntos.
· Mayor confianza: relaciones cercanas generan mayor crédito a las palabras, convicción de cumplimiento de los compromisos y cercanía.
· Productividad: ayudando a sentirnos con más energía e incrementar los niveles generales de desempeño.
· Mitigación del estrés: tener un sistema de soporte es una fuente inagotable de energía y prevención del estrés; también ayuda a un manejo más saludable de situaciones de alta demanda. El aislamiento agrava el sentimiento de agobio y agotamiento por las demandas laborales.
· Compromiso: al sentirnos más presentes, mitigando los habituales problemas de vinculación con la organización, para sentirnos emocionalmente más conectados.
· Trabajo de mayor calidad: Al combinarse mayor confianza, mejor comunicación, mejor colaboración y mejores tasas de productividad se impulsa la excelencia de cada uno de los procesos y los servicios ofrecidos.
Desventajas
Un sistema de amigos en el trabajo también puede acarrear algunas desventajas. Es posible que surjan conflictos porque algunas de las principales características de la amistad (como la voluntariedad) entran en tensión con ciertos aspectos centrales del contexto laboral (como la involuntariedad).
Entre otros potenciales impactos negativos, encontramos:
· Competencia: en algunas profesiones e industrias, las oportunidades de desarrollo pueden generar una cultura altamente competitiva entre los miembros de los equipos. En estos ambientes, mantener amistades con colegas puede ser un auténtico desafío y generar mucha más ansiedad y presión.
· Distracciones: el tener relaciones cercanas con otros miembros puede impulsar descuidos más frecuentes que pueden afectar la productividad y la calidad.
· Comentarios menos constructivos: muchas veces a los amigos les resulta más difícil criticarse objetivamente y brindar retroalimentación sin prejuicios ni sesgos. Esa situación se potencia cuando uno de ellos es quien debe evaluar al otro.
· Límites entre lo laboral y lo extralaboral: cuando se juntan amigos que son compañeros de trabajo en contextos sociales, en fines de semana o en vacaciones, es muy probable que en algún momento terminen discutiendo asuntos laborales.
· Mantener la privacidad: muchas personas valoran mantener la reserva de los temas de su vida personal. Sin embargo, cuando tenemos amigos que son colegas, es mucho más difícil —sino imposible— sostener ese nivel de intimidad.
· Profesionalismo: en determinados casos, las amistades laborales dan como resultado la disminución de las inhibiciones y los límites, lo que puede aumentar la posibilidad de que se produzcan interacciones poco profesionales.
· Posibilidad de violar normas de confidencialidad: puede ocurrir al vernos tentados a comentar temas que solo están reservados a pocos o revelar información secreta de la empresa.
¿Cómo impulsar las amistades en el ambiente laboral?
El sitio de empleos Indeed nos brinda algunas recomendaciones para promover relaciones de amistad en el trabajo. Entre ellas:
· Mantener conversaciones positivas con todos los colegas.
· Ser nosotros mismos, siempre. No perder la autenticidad.
· Celebrar y valorar a aquellos que tienen amigos en los equipos de trabajo.
· Crear oportunidades interactivas para que florezcan las amistades. El tipo de estructuras, los flujos de trabajo y otras prácticas pueden favorecer u obstaculizar la posibilidad para desarrollar genuinas amistades.
· Forjar una cultura donde el diálogo amistoso sea valorado.
· Aprovechar el tiempo libre con los amigos del trabajo para hablar de otros temas.
· Comunicarse cuidadosamente y no confundir las conversaciones y los contextos.
· Tener más respeto que nunca cuando un amigo también es nuestro jefe.
En síntesis: tener amigos en la vida siempre es importante y, si esas relaciones se dan en el ámbito laboral, pueden ser un gran aliado siempre y cuando aprendamos a manejar las interacciones apropiadamente y con mucha responsabilidad.
(*): Doctor en Ciencias Económicas (UBA), speaker internacional y consultor disruptivo. Autor de varios libros, entre ellos El futuro del trabajo ya llegó (2022), Tiempos para valientes (2020), Diseña tu cambio (2019), El futuro del trabajo y el trabajo del futuro (2017) y Empresas más Humanas (2010).